Sin duda uno de los reportajes fotográficos con lo que más disfruto es la fotografía infantil. Esta difiere mucho dependiendo de la edad. Si hablamos de recién nacidos (hasta el primer mes) es fundamental crear un clima cálido y cómodo y realizar la sesión de fotos después de que el bebé haya sido alimentado. La mayor parte del tiempo están durmiendo y es fácil modificar sus posturas y crear fotografías ingeniosas y tiernas. A mi personalmente me gusta más retratarlos cuando son bebés de varios meses, ya pueden aguantar su cabecita, gatean y pueden mantenerse sentados. Si son más mayores las opciones se multiplican; pueden correr, saltar, jugar e interactuar con la cámara a través de miradas intensas y carismáticas sonrisas. Obviamente, cada etapa es una momento inolvidable para los padres. Los niños crecen muy rápido y razones no faltan para querer perpetuar su primeras experiencias en imágenes (si puede ser a través de la mirada de un fotógrafo profesional con los conocimientos y la sensibilidad necesaria para un resultado sorprenderte).
La fotografía infantil no resulta fácil pero es apasionante. La expresividad en los bebes y niños no tiene límites y son tremendamente espontáneos y fascinantes. Si además la madre, padre o ambos participan en la sesión fotográfica, el valor es añadido: mucha carga emotiva y un cariño que conmueve en cada una de las tomas.
Con estas premisas, mi trabajo como fotógrafo infantil en CETA Centro de Estimulación Temprana y acuática, en Alfaz del Pi, sencillamente me encanta. Cuando José Luis León Gascón, director de CETA, me invitó a trabajar con ellos me pareció una propuesta motivadora e inestimable. El proyecto es muy beneficioso para todos los bebés pues favorece el desarrollo de las áreas motoras, cognitivas y sociales, y lo hace a través del juego en el agua, excelente medio además para el desarrollo de la musculatura y capacidad respiratoria. Como sabéis, se suma a mi pasión por la fotografía de retratos mi pasión por la natación y el medio acuático, así que mi respuesta fue un rotundo sí; “sí quiero colaborar con tu proyecto José Luís y aportar mi particular visión captando momentos de diversión y afecto entre padres e hijos.”
Os muestro aquí algunos resultados de ese convincente “sí”. He realizado varias sesiones desde Octubre del pasado año y la experiencia, ha superado cada día mis expectativas. Cada niño es único y cada sesión fotográfica es distinta. Algunos pequeños se muestran tímidos, otros son más inquietos y no paran de moverse y están los que se relajan tanto que se quedan hasta dormidos. Estar ahí, y percibir sus tiernas expresiones, sus miradas curiosas, su personalidad, es increíble. Cada sesión es mágica: la complicidad entre los padres y sus caras de asombro y felicidad. Y yo formando parte de la escena, como observador que anima al juego preparado para capturar instantes perpetuos, momentos para recordar: “Preparados, listos...¡¡ya!!”. Saltos, alzamientos, inmersiones; y risas, muchas risas. También mimos y caricias. El clima es siempre acogedor.
Reviso las fotos allí mismo, tumbado en el borde de la piscina, y las comparto con los padres. Esto les ayuda a sentirse más cómodos y mostrarse más naturales en sus interacciones con su pareja y con su pequeño; y a mi a volver a casa satisfecho, cargado de anécdotas divertidas, después de un trabajo exhausto pero apasionante y conmovedor.
A todos los que sois papas de un niño de hasta tres años os animo a que conozcáis el Centro CETA www.ceta-estimulacion.es y sus servicios. También desde aquí aprovecho para agradecer a todos los que hacéis posible este proyecto, a José Luís por su afabilidad, simpatía y gran profesionalidad y a los sucesivos protagonistas por la predisposición e ilusión con las que participan en cada una de las sesiones. ¡Gracias! Y... ¡a por más!